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Disfraces de Dama


Empezó como cualquier otro día: Ató su cabaña, giró un poco en su rueca, alimentó a sus animales y se dirigió a su jardín para arrancar cualquier maleza problemática. Pero mientras trabajabas sobre una hierba particularmente obstinada, la escuchaste: la campana de advertencia. Algo terrible se avecinaba.

Antes de que pudieras volver a correr hacia la seguridad de tu casa, una sombra cayó sobre tu jardín. Miraste hacia arriba, el horror brotando dentro de ti: ¡era un dragón! Trataste de correr, pero cayó del cielo y te agarró en sus garras, arrastrándote cientos de pies en el aire. Todo lo que podías hacer era gritar pidiendo ayuda.

Afortunadamente, tus gritos llamaron la atención de un caballero cercano, y corrió a rescatarte. Se le veía galopar sobre su noble corcel, siguiéndole hasta la guarida del dragón. El alivio te bañó como un pensamiento que invadió a todos los demás:
"Gracias a Dios que hoy me puse mi vestido bueno."

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